Él pisó 34

Franberto (la maldición comenzó ahí, justo cuando sus padres decidieron nombrarlo así), fue procreado un 14 de febrero de 1984, su padre Roberto y su madre Francisca, quienes al no poder decidir como bautizar al fruto de ese acalorado encerrón san valentinesco, ¿Por qué no? amalgamaron sus nombres y decidieron que era buena opción llamar así a su retoño "Franberto".

2018 y Franberto cumplió 34 años de edad. Y sí, sigue viviendo en casa de sus padres, Don Robert y Doña Paquita ya no saben que hacer para sacar de su casa de INFONAVIT, a su ya no tan pequeño engendro, el cual sigue soltero (pues con ese nombre ¿quién no?), trabaja en una dependencia de gobierno como asesor del Secretario del ayudante del Director del STCM (del Metro pues). No gana tan mal, unos 17,000 pesos al mes, libres de impuestos, mas bonos de puntualidad, desempeño y sus vales de despensa. Pero de igual forma no gasta en nada, pues fuera de la oficina, de sus compañeros de trabajo y sus padres, no tiene a nadie más con quien salir a dar el rol. Así que ahorra todo lo que gana y sólo gasta una vez al año en: tres camisas dos pantalones, seis pares de calcetines, cuatro calzones y si la situación lo amerita, una corbata.

Un día normal, cuando llegó al trabajo, Franberto iba escuchando su playlist mañanero (Caifanes, Ely Guerra, Soda Estéreo, Control Machete y Chico Ché), entró al elevador, pulsó el botón del piso 34, donde se encontraba su oficina (bueno, en realidad su cubículo de 2 x 2 metros) y justo cuando se iba a cerrar la puerta del elevador sucedió algo mágico, el universo conspiró para que así sucediera y lo pusiera en ese momento que le cambiaria la vida.

Justo al estar cerrándose la puerta del ascensor, escuchó un grito (muy a lo lejos, pues traía puestos sus audífonos de $15 pesos) era el grito de una mujer, Franberto detuvo el cierre de la puerta y cuando ésta se abrió, justo en ese momento empezó a sonar en su reproductor .mp3, una rola, que en lo personal le ponía muy “jarioso”, pues había visto el video en Telehit una madrugada que sus padres se habían ido a Chalma en una peregrinación y se había quedado solo, en casa. 

Esa noche prendió la TV y justo empezaba a sonar la canción “Tengo frío” de Ely Guerra. Él ya había escuchado esa rola y no le había causado ninguna reacción, pero cuando esa madrugada acalorada, se fusionaron los acordes de la guitarra, la voz “cachonda” y el cuerpo mojado y realmente con frío de Ely Guerra, todo cambió para él. No pudo contener sus ganas de querer quitarle el frío a la diosa Guerra y sintió la necesidad de quitarse el frío por ella. Se masturbó durante los cuatro minutos con 51 segundos que dura la canción y los 7 segundos que aparecen los pechos de Ely, sus pechos con unos pezones realmente afectados por el frío, terminando seis veces; en el sillón (sofa cama), en el tapete, en la TV y en las carpetas de la mesa de centro, llenando de su jugosidad todo el lugar.

Entonces, de vuelta al presente, mientras la pierna de una mujer atravesaba las puertas del elevador, esa canción comenzó a crear en Franberto un dejavú, toda esa solitaria madrugada voló a su mente en milisegundos. Sintió al mismo tiempo un calor y un frío en todo su cuerpo, sudaba chorros y su piel se enchinaba, sus pezones se ponían duros, como los de Ely en el video y temblaba de ansiedad. La mujer que corría desesperada hacía el elevador lo miro directo a los ojos, y le dijo “Gracias, me dijo el guardia de la entrada que este pinche elevador tarda años en subir y bajar y no puedo llegar tarde a mi primer día de trabajo”. Franberto no podía articular palabra, sólo veía hacia la mujer que estaba con él en el elevador mientras se cerraban sus puertas, Ella le tendió la mano y le dijo “Hola me llamo Elyzabeth, pero puedes decirme Ely”, Franberto se arrancó los audífonos, tomó la mano de Elyzabeth con la suya toda sudada y sin mirarla a los ojos le dijo: “Hola Ely, te llamas igual que una cantante que me gusta mucho, Ely Guerra”… Elyzabeth sonrió y se dio cuenta que la mirada de Franberto no estaba dirigida a sus ojos, pero si estaba clavada a su escote, el cual dejaba ver debajo de un ligero saco tipo traje sastre, una blusa negra transparente, debajo de ella, un sostén de encaje igual, negro y debajo de el sostén unos pechos dignos de una joven de 28 años, Copa D.

En cuanto la puerta se cerró, Franberto se percató que ella no hizo ningún intento por pulsar algún botón que indicará el piso al que se dirigía, él volteo a ver los botones y después a ella, pero no miraba sus ojos, solo podía ver su escote. Hizo esto repetidas veces, por varios minutos, hasta que Elyzabeth  dijo “¿Hace mucho calor aquí o es mi imaginación? apenas vamos en el piso 5 y voy hasta el 34…” Franberto al percatarse que iban al mismo piso, sintió que su corazón se escuchaba más fuerte que los bajos la rola de Control Machete que sonaba a todo volumen en sus audífonos tirados en el piso.

Elyzabeth, quien ya se había dado cuenta de que Franberto (de forma nada discreta) le veía su escote directamente y desde el reflejo del espejo del elevador, decidió quitarse el saco y desabotonar dos de los nueve botones de esa blusa transparente, dejando ver esa hermosa forma que generan los pechos al juntarse, así, cuando son grandes, firmes y apretados. Y como comercial de cerveza, Franberto veía como una gota de sudor recorría a Elyzabeth desde el cuello hasta perderse entre sus tersos y hermosos pechos. Franberto no pudo disimular la reacción que generaba su mente en una parte específica de su cuerpo y por más que trató de cubrir ese bulto en su pantalón, no tenía más que su gafete en las manos y trató de cubrirse con él. Elyzabeth miraba la desesperación de él en sus manos y el intento por cubrir la erección que estaba causándole. Ella sin dudar y sin conocer a Franberto, le tomó de las manos, dejando que eso que trataba de esconder entre ellas, se viera sin más, le agarró el gafete, vio su nombre, su foto, lo soltó y le dijo mirándolo a los ojos: “Franberto, que no te de pena, es normal que te pase esto, en otra situación me habría ofendido, pero no se, algo me dice que eres diferente y que no eres de los que les gritan y hacen cosas a las mujeres por la calle… ¿y sabes que? el que seas así de serio y tranquilo me excita, creo que ya te has dado cuenta de eso, ¿no?”.

Franberto no encontraba lógica a lo que Elyzabeth decía, metió la mano a su bolsa del pantalón, disimuladamente y se pellizcó un “huevo”, para saber si todo ésto era un producto de su imaginación o si realmente estaba sucediendo. Y sí, era real, empezó a sudar más frio, sentía que la sangre le hervía, pero al mismo tiempo le daban escalofríos en todo su ser, el color abandono su cuerpo, dejando un semblante pálido y todo le temblaba gracias a la ansiedad. Elyzabeth vio como Franberto perdía la batalla contra la lujuria y se percató de que no sabía como controlarla, que realmente todo ésto era nuevo para él y que no intentaría hacer nada, pues estaba petrificado ante ella, su hermoso cuerpo, sus pechos Copa D y su sola presencia le hacían perderse en si.

Franberto solo pudo decirle, (sin dejar por un segundo de verle directo a los pechos): “Elyzabeth, ¿tienes frío o por qué tus pezones se marcan sobre tu sostén y tu blusa?

Elyzabeth, en lugar de sentirse ofendida o intimidada, echó el pecho hacia adelante, como en son de victoria u orgullo, causando que sus pezones se marcaran aún mas sobre sus prendas y los siete botones que aún permanecían colocados en su blusa, pareciera que saldrían disparados en cualquier momento y dijo: “No Franberto, no tengo frio, y no siempre los pezones de una mujer reaccionan solamente al frío, hay otras causas por las cuales llegan a ponerse así, duros, parados, tensos, contraídos… digamos que la razón por la que mis pezones reaccionan así, es la misma por la que tú tratas de cubrir ese bulto en tu pantalón, así como a ti te excitó ver mis pechos, a mi me excitó aún más, el ver como tratabas de ocultarme tu pene erecto.

Franberto, sin dejar de temblar pero ya con un poco más de valor (o ingenuidad) le dijo: “¿Has visto el video de Ely Guerra de la canción Tengo frío? es que en ese video mientras ella está temblando de frío en el agua, empieza a cantar y se ven sus senos…” Elizabeth no dejó a Franberto terminar la frase cuando tomó su mano y la puso directamente en sus pechos, diciéndole de forma enérgica y fuerte: “Acaso sientes o crees que tenga frío? ¿Sientes algo de frío aquí? ¿Entiendes la diferencia entre frío y caliente? Siénteme, tócame, mírame... estoy muy caliente, muy excitada, siente mis pechos, agárralos fuerte, siente mis pezones y ve como están, como reaccionan al calor y la ansiedad de no saber que puede pasar, NO, NO TENGO FRIO, TENGO GANAS DE QUE AGARRES ESTO (mientras ella tomaba el bulto formado en el pantalón de Franberto) Y LO METAS DENTRO DE MÍ… lo pongas entre mis pechos, lo pongas dentro de mi boca, lo pongas y hagas todo lo que alguna vez imaginaste hacerle a una mujer, quiero que me hagas lo que alguna vez soñaste hacerle a Ely, a esa cantante, Ely Guerra.

Franberto da un paso atrás, cosa que desconcertó a Elyzabeth, sin dejar de mirarla se hincó, tomó algo del piso, se puso de pie, se acercó de nuevo a ella y sin decir una palabra, posó su mano derecha en el oido izquierdo de ella, quien sintió algo extraño entrando en su oreja… eran los audífonos de Franberto, él, sin decir una palabra, después de poner el audífono en Elizabeth, se colocó el otro y sin dejar de mirar a Elizabeth a los ojos, desabrochó su pantalón, bajó su boxer… mientras ella subía su falda, se bajaba las medias y el cachetero de encaje que hacia juego con su delicado y sugestivo sostén, ella lo tomó de los hombros, él se dejó llevar hacia el espejo colocado al fondo del elevador, Franberto tomó la pierna izquierda de Elyzabeth y la puso sobre su cintura, a lo que ella subió la otra, aferrándose fuerte con sus piernas, ella más hábil que él, tomó su pene y lo colocó justo en su clítoris, sin decir una palabra, sólo salían de los dos gemidos y respiraciones agitadas, ella acariciaba su clítoris con el pene de Franberto, como haciendo ver que esa era su punto, su parte más sensible. Él no hacia intento por penetrarle, dejaba que ella le enseñara el camino, ese camino al éxtasis, algo que jamás había experimentado, fuera de sus propias manos.

Elyzabeth le miraba, se chupaba y mordia los labios, entreabría la boca para soltar un gemido ocasional, acompañado de sus ojos cerrados y su rostro dirigido al espejo del techo del elevador, dejándole ver que gozaba del momento, de esa atmósfera que se había generado de la nada, de un recuerdo, de una canción y las imágenes de un video que habían causado una madrugada de lujuria en él.

Franberto está más que excitado, no deja de temblar, de sudar y los escalofríos en vez de abandonar su cuerpo, le atacan con más fuerza y violencia, envuelto en un sueño hecho realidad, en un dejavú de oficina, se dejó llevar, dejó que ese Franberto que tuvo seis orgasmos en la sala de su casa, saliera y jugara con Ely, su musa hecha realidad. Elyzabeth dijo “Te das cuenta de que no es frío lo que siento, nos es frío lo que sientes, no es frío lo que… Franberto no le dejo ésta vez terminar su frase, la apretó fuerte de las nalgas, la acomodó justo para penetrarla, le miró a los ojos, unos ojos diferentes, no era el mismo Franberto tímido, que al principio escondía una erección en su pantalón. Franberto Respiro profundo, apretó a Ely hacía él, se acercó a su oido y al mismo tiempo que empezaba a sonar en los audífonos la canción “Tengo frio” de Ely Guerra, le dijo: “Elyzabeth, Me importa un carajo que no sea frío lo que sientes, quiero que me digas “TENGO FRIO”, pues no pienso en otra cosa, que ser yo quien te quite esa horrible sensación, ya que al apartarla de tí, ella me abandonará a mi, para poder tomarte y sentir por fin eso a lo que tu llamas calor, asi que dime, dime que tienes frío… 

Ely bajó su mirada, para después cerrar sus ojos y decir: “Si, Franberto, tienes razón, TENGO FRÍO, MUCHO FRÍO…”