"Ser un hombre que creció en una familia cuyo núcleo y eje primordial fue la mano femenina, es lo mejor que pudo haberle pasado a mi educación y formación como persona"
Crecí criado y rodeado de la presencia femenina en mi hogar, con mi abuela, mi madre, mis hermanas, mis primas y mis tias. Cualquiera (hombre, o persona con costumbres y mente cerrada) podría pensar que el haber crecido en eso “ambiente” -por decirle de una forma- sembraría en mi costumbres y acciones un poco “raritas”, extrañas, amaneradas, delicadas, “jotas”, mariconadas, si pues, así como dicen, “cosas de mujeres”. Y sí, así fue.
Aprendí que el hecho de ser hombre, no me excluye de las labores cotidianas de un hogar, como; lavar los platos, lavar mi ropa, tender mi cama, barrer y arreglar mi habitación, cocinar (lo cual amo y disfruto muchísimo) y demás labores hogareñas en las que se me pidiera colaborar.
Aprendi a respetar y valorar a cada persona que se cruzara por mi vida, fuese parecido o muy distinto a mí y fuese de la orientación sexual que fuere. La educación que recibí hizo de mi quien ahora soy, una persona tolerante, incluyente, respetuosa, amable, pero sobre todo, un ser humano, un ser que entiende que todos somos diferentes, en género, físico, educación, cultura, color de piel, nivel social… etc. pero todos respiramos el mismo aire y nos mantienen vivos las mismas cosas, nos entristece y nos alegra lo mismo, por mucha diferencia que podamos tener, no somos ajenos al dolor y al sufrimiento.
Es por eso que no comparto la idea de causarle dolor o sufriendo a una persona de forma directa o indirecta y mucho menos de manera consciente y deliberada, ya sea con actos o palabras. no creo en esa forma de interactuar de algunas personas, que van por la vida hiriendo y lastimando, algunos fingiendo no saber lo que hacen y otros a sabiendas de que lo hacen, no les importa. yo siempre he navegado con el estandarte de la igualdad y el respeto, lo cual me ha sumado muchas y verdaderas amistades.
Amistades que son nuevas y muchas otras que he valorado, cultivado y procurado a lo largo de muchos años, como el caso de mi amiga Itzel, de quien siempre he apreciado su energía, entusiasmo para vivir la vida, para desarrollar sus proyectos y contagiar esa vibra increíble a quienes le rodean.
Itzel me invitó a colaborar con ella y un grupo de amigas suyas, en un proyecto bautizado como “Sexy Curves”, a lo cual y sin recibir mucha información acepte de inmediato. La tarea era romper el estereotipo de “belleza femenina”, a través de una serie de sesiones fotográficas en lencería, con ella y sus amigas “las gordas” -como les dice ella o se dicen entre ellas, sin término despectivo- como modelos.
Yo jamás había realizado un trabajo de ese tipo, mi experiencia como fotógrafo y coordinador de sesiones de fotografía se limitaba a actrices, actores, cantantes, modelos, edecanes, luchadores, jugadores de futbol e inclusive con “estrellas” de cine porno (hombres y mujeres), pero jamás había tenido la responsabilidad y reto, de hacer sentir en confianza a un grupo de ocho mujeres, a las que les había costado mucho trabajo el aceptar su cuerpo, luchar contra la discriminación y ser objeto de todo tipo de mensajes obscenos e hirientes.
La experiencia ganada con más de 15 años de trabajo no valía nada en ese momento, eran ocho personalidades distintas, unas más interactivas y extrovertidas que otras, pero ninguna tenía experiencia posando para una cámara, lo cual las hacía sentir vulnerables y muy poco cómodas ante la idea de posar semidesnudas para un completo extraño.
Tras una breve charla con pizzas y cervezas, los nervios (de ellas y los míos) se diluyeron un poco y comenzamos con la selección de los lugares para realizar los tiros fotográficos a cada una de ellas.
El primer tiro se haría en una habitación ambientada como bar, que tenía al centro una mesa de billar, mi imaginación empezó a fantasear mientras instalábamos y diseñábamos las luces del escenario, cuando de pronto, Itzel me habla para pedirme una consulta, “¿cuál de estas prendas crees que se le vea mejor a ella?”, me dijo Itzel, mientras con una mano me mostraba una lencería de encaje rojo y una negra, semi o muy transparentes a mi parecer y con la otra mano me señalaba a su amiga Tere.
Mi respuesta se dió sin pensar, pero fue el detonante para que las chicas se sintieran cómodas y protegidas para poder desprenderse de su escudo protector y posar para la cámara, “El labial va perfecto con el encaje y con el color de piel de Tere, yo sólo le haría soltarse el cabello para poder retratarla lo más natural posible”, eso fue lo que dije, a lo que Tere respondió, “El rojo es mi color favorito”, yo sólo la vi a través de la lente de la cámara y agregue; “Lo se, ya había notado al go así en tu mirada y que tienes una traviesa súper natural dentro de tí, que es justo lo que vamos a capturar...”, Tere se sonrió y se mimetizo con las prendas y su labial, al ponerse ella también del mismo color, roja.
Todas las tomas fueron evolucionando, empezaron a demostrarse a sí mismas que podían verse sexys, con el simple hecho de sentirse así. Hacía una toma y corrían a pararse detrás de mí para que les mostrara lo que yo estaba viendo y que estaba siendo capturado en mi cámara. Me llenaba de emoción ver su cara de sorpresa al mirarse retratadas y decir “Esa no soy yo, bueno, no sabía qué podía verme así”.
Varias de ellas habían asistido a la cita a escondidas de su familia o de sus propios maridos, pero en el caso de Isela, ella si tenía el apoyo de su pareja, es más, su pareja fue quien casi la aventó para que saliera y lo hiciera, Cuando fue su turno de posar para la cámara traía un conjunto de encaje negro con un liguero muy sexy, pero no quería desprenderse de un abrigo, que le cubría los hombros y el pecho, yo no presioné para que abandonara la seguridad que le daba la prenda, pero todas las demás chicas sí, ellas ya habían posado y tenían toda la seguridad en si mismas, una de ellas, Tere (la mas extrovertida del grupo), le dijo; “Ya Isela, quítate esa madre, tienes unos pechos hermosos y te ves super cachonda vestida así…”, Yo solo dije; “Isela, tu me dices cuando te sientas lista, ¿vale?”, acto seguido, aventó el abrigo, jaló una silla la puso con el respaldo hacia el frente, se arrancó la parte superior del conjunto, dejando al descubierto sus pechos, se sentó de tal forma que el respaldo le cubriera, agarro su cabello, lo lanzó hacia enfrente, levantó lentamente su mirada, hizo contacto con la mía atreves de la lente y sin decir una palabra me hizo saber que estaba lista, que ese miedo e inseguridad ya estaban ahí en el piso junto a aquel abrigo.
Isela sólo escuchaba el “pitido” del flash y ya sabía que debía darme otra pose, se proyectó en una top model y se dejó ir a mi lente con toda confianza y seguridad. Al terminar con su sesión le mostré las imagines y me dijo, “Pensaba que este sería el regalo perfecto para mi marido por nuestro aniversario de bodas, pero es el regalo perfecto para mí, para recordarme que puedo ser hermosa y sexy si me lo propongo…”.
Doy gracias a mi madre, abuela, hermanas ya todas las hermosas mujeres que han permitido compartir un trozo de su vida conmigo, gracias a ellas he aprendido a ver más allá de una apariencia y descubrir la esencia de lo que somos; perfectos y a su vez imperfectos, pero, hermosos seres humanos.
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